miércoles, 25 de septiembre de 2013

25/09/2013

Borrar; que acción tan sencilla y complicada a la vez. Borrar el trazo de un lápiz se hace fácil, pero el pasado queda como las cicatrices profundas en la piel, invariables, aunque moldeadas por el paso del tiempo y el vil juego de la memoria que deforma el recuerdo hasta confundirlo de forma.

Y aquí me quedo, muda, sorda y deseando la ceguera para jamás haber visto lo que vi ni tener que ver las reacciones de lo que contaré. Aquí, sin saber si volverá a haber otro "Y" pues la vida se vuelve incierta desde que deja de ser pasado.

Esperando la total enagenación recurro a mis queridas letras que nunca me abandonan y siempre me comprenden. Me arropan si así lo pido en cualquier sitio y momento. Me consuelan a su forma estas pequeñuelas y en las situaciones más desesperantes solo el saber que están ahí me sirve de pañuelo.