El prólogo te atrapa
y solo quieres que dure
y dure
y disfrutar cada palabra,
cada instante que te brinda
tratando de no estropearlo
de no manipularlo,
de que permanezca
intacto..
Pero la historia avanza,
cambia, evoluciona.
Y llega el puto antagonista
con su cara, sus aires, su sonrisa.
fastidia a la protagonista,
la reduce a cenizas.
La heroína,
nada sabe de la vida,
cae,
llora,
se retuerce en su dolor...
Pero se siente viva.
y se arrodilla
y se levanta
y camina
y aprende...
y continua
y pasa las páginas
y decide cuando
como
y donde
llegar al final.